La península de Yucatán es una de las cinco zonas fisiográficas de la República Mexicana y representa 2% de la superficie del país, con 39 340 km2. El número de cenotes en el estado de Yucatán es de entre 7 000 a 8 000; la gran extensión de bosque ha hecho más difícil el cálculo para los estados de Campeche y Quintana Roo.
Los cenotes constituyen uno de los rasgos más llamativos del paisaje de la península de Yucatán. En este extenso territorio caracterizado por la ausencia de las grandes corrientes superficiales que cruzan el resto de la zona maya, esos pozos naturales representan el abastecimiento principal de agua. Si bien no fueron el único factor en la distribución de las poblaciones mayas prehispánicas, no hay duda que su presencia contribuyó significativamente a su desarrollo, y de hecho grandes ciudades como Chichén Itzá sacaron provecho no sólo de sus condiciones naturales, sino de su carácter sagrado.
En la medida que son fuente del líquido vital, los cenotes han tenido un lugar especial en la vida ritual de los grupos mayas. En sus orillas se ubicaban templos en los que se realizaban ritos asociados a la lluvia y a la fertilidad, y a sus aguas sagradas se arrojaban diversos objetos –muchos de ellos ahora entre los mejores ejemplos de la habilidad artística de los antiguos mayas– y la máxima ofrenda que podía hacerse a los dioses: la vida humana. Hoy en día siguen siendo centros de veneración y culto, pues su don principal, el agua, es aún un elemento fundamental para la sobrevivencia de las comunidades que habitan la región.
Los cenotes siempre atrajeron la atención de viajeros e investigadores y algunos llegaron a realizar exploraciones en las que se localizó una gran cantidad de objetos de excelente manufactura, además de que se confirmó la importancia concedida a sus aguas como medio de comunicación con las divinidades. En las últimas décadas se han emprendido estudios en los que se utilizan métodos y técnicas acordes con la complejidad que implica la naturaleza de los cenotes. Se han realizado exploraciones subacuáticas que han arrojado un buen caudal de datos arqueológicos, se han llevado a cabo estudios geológicos que explican el proceso de formación de estos peculiares pozos, se ha analizado su relación con el desarrollo de las grandes ciudades de la región, entre otros aspectos. Del estado de esta novedosa visión global sobre los cenotes y su papel en la historia de los mayas del norte de la península de Yucatán damos cuenta en este número.
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